Durante este año, vimos como comunidad, tras comunidad han incrementado el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, o como es más conocido, IBI, por sus siglas.
Es que este tributo, conforma gran parte del ingreso de las arcas municipales de muchas ciudades y ante el momento de escasez que se vive en el mercado inmobiliario, muchos ayuntamientos no han querido resignar sus ingresos y optaron por incrementar las tasas aplicables.
De este modo, y ante la reducción de la base fiscal sobre la que se aplica el impuesto, como una consecuencia más de la crisis inmobiliaria, el incremento de las tasas del impuesto han compensado el efecto negativo sobre las arcas públicas y han sido la respuesta a los problemas de las finanzas públicas.
Así lo han entendido ciudades como Pamplona, Palma de Mallorca o Castellón, donde los incrementos han llegado incluso hasta el 5,65%.
Aquellos municipios que no han querido generar alboroto con el incremento de los tipos impositivos, han optado por otras fórmulas que aseguran la recaudación. Algunas de ellas son: la aplicación de recargos a los inmuebles de mayor valor catastral, o bien sobre aquellos vinculados a actividades económicas, o bien valerse de la situación de desempleo de una persona para recaer con mayor peso en los impuestos que debe abonar por los bienes inmuebles.
La postura de los municipios es clara… no están dispuestos a sacrificar aquello que en 2009 les generó nada menos que 9.889 millones de euros de ingreso, un 22,8% más que en 2007… ¿Qué estemos en una época de crisis del sector inmobiliario?... Pues bueno, parece no importar.
