La situación que ha arrojado hoy el Euríbor es el perfecto ejemplo de como el análisis que se puede realizar sobre cualquier realidad económica depende del color del cristal con el que se mire, porque el cierre del Euríbor de junio, en el 2,144% puede ser una buena y una mala noticia.
En primer lugar, es una buena noticia porque supone el primer descenso del indicador con respecto al mes anterior desde diciembre, lo cuál da cierta esperanza ficticia a los hipotecados, porque todo apunta a que este próximo mes de julio el Euríbor volverá a subir de manera indiscriminada.
Pero, por otro lado, es una mala noticia, porque lo que verdaderamente importa es la comparación con respecto al mismo mes del año anterior, para aquellos que revisen de manera anual, o de hace seis meses, para aquellos que lo hagan de manera semestral.
En ambos casos, el Euríbor ha sufrido un importante incremento, de, por ejemplo, 0,8 puntos porcentuales en términos anuales, lo que provocará un incremento de cuota mensual de 60-80 euros para una hipoteca media.
Un incremento que hace hincapié en la ya golpeada economía familiar de los ciudadanos españoles, que siguen condenados a una situación de desempleo permanente, sin ingresos dignos, y con grandes dificultades para poder llegar a fin de mes.